27 oct 2008

La flora endémica de las islas Azores, un patrimonio amenazado


El archipiélago de las Azores está formado por nueve islas situadas en el Océano Atlántico, a 1.400 km de Europa y a 3.900 de Norteamérica, y formando un conjunto verde de grandes atractivos naturales que lo hacen un destino turístico, además de encontrarse a solo dos horas de vuelo de la Península Ibérica.

El archipiélago se divide en tres grupos de islas.
El oriental lo forman Sao Miguel, que es la mayor, y Santa Maria.
El central lo forman Terceira, Graciosa, Pico, Faial, y Sao Jorge, .
El occidental y más alejado lo componen Flores y Corvo.

Los orígenes de su colonización son confusos, pero parece que fue el navegante Diego de Silves quien desembarcó por primera vez en ellas en una fecha indefinida. Es seguro que en 1432 ya había colonos instalados en ellas.
En la actualidad, y a pesar de la gran degradación existente en el paisaje y en los ecosistemas naturales azorianos, aún se aprecian restos de su vegetación nativa, que nos ayudan a recomponer el cuadro original. Así, en las zonas bajas de muchas islas es posible identificar un tipo de vegetación halófila o amante de la sal, compuesta tanto por especies endémicas azorianas (por ejemplo, la pequeña tabaiba o lecheruela Euphorbia azorica, el corazoncillo Lotus azoricus o la gramínea Festuca petraea) como por plantas que también están presentes en Europa, otros archipiélagos macaronésicos (caso del perejil de mar Crithmum maritimum) e incluso Norteamérica (p. ej. el rábano marino Cakile edentula, muy localizado); casi desde el nivel del mar estaba presente un tipo de bosque dominado por especies como la faya o haya (Myrica faya) y el palo blanco de Azores (Picconia azorica), que a mayor altitud era sustituido por un monteverde de laureles de Azores (Laurus azorica), hijas (Prunus lusitanica ssp. azorica) y otras especies arbóreas, para dar lugar en las zonas de mayor humedad y pluviometría a una formación de cedros endémicos (Juniperus brevifolia); mientras, en las cumbres más altas, situadas en la isla de Pico -con una altitud máxima de 2.351 metros-, se daba una vegetación más rala, con brezales de baja altura, algunos cedros y, en el pico más alto, unas pocas plantas herbáceas y arbustivas que resistían las condiciones extremas que afectan a tales medios (heladas invernales, vientos frecuentes, etc.). Especialmente de clima tropical, subtropical y templado, sirvió de catapulta para la expansión de distintas plantas exóticas invasoras, que encontraron en las Azores un caldo de cultivo ideal, debido sobre todo -al parecer- al alto índice de pluviometría y de humedad ambiental y a unas temperaturas adecuadas, no extremas.